martes, 4 de agosto de 2009

Cuando el poder Daña...


En los últimos años han salido a la luz escabrosas historias de abuso sexual a menores. El fenómeno que ya había causado escádalo en países europeos hoy se hace masivo en Chile en medio de historias donde se entremezclan amores patológicos, prácticas sexuales más o menos perversas y cierto morbo de los medios de comunicación. Más allá de que los involucrados sean curas, empresarios, porfesores, un chofer, un tío o un senador, en todos los casos hay un denominador común: los abusadores son hombres con poder sobre sus víctimas. Poder religioso, económico, político o simbólico, por lo cual no basta con las explicaciones indivicuales como el uso del alcohol, drogas, enfermedad metal, aunque éstas existan.

Si queremos explicarnos por qué suceden estas cosas hay que analizar los factores sociales y estructurales que permiten que la violencia y el abuso sean aceptados y tolerados sin ser considerados una aberración. El abuso sexual contra menores existe en nuestra sociedad desde hace mucho tiempo, es cosa de recordar el derecho a pernada que se cobraban los patrones con las hijas de los inquilinos, o la facilidad que daban las leyes al violador de una menor al suspender la pena si se casaban con su víctima, lo que da cuenta de una sociendad donde el poder patriarcal establecía las leyes morales y jurídicas, dejando en una situación de dependencia y vulnerabilidad a mujeres y niños. Hoy, en que los menores comienzan a coabrar importancia como sujetos de derecho miramos con otros ojos estos abusos; no olvidemos que la violencia intrafamiliar dejó de ser un porblema privado desde los 90' en adelante y eso se logró gracias a la movilización ciudadana de las mujeres que logró hacer político lo que acontece en los espacios privados.

El abuso sexual contra menores es un acto de violencia que se da en el contexto de la violencia de una sociedad jerárquica, clasista, machista y adultocéntrica; en donde las relaciones de poder se expresan en la domonación de unos sobre otros, donde unos juegan un papel de dominador activo y los otros de víctimas pasivas, donde unos fuertes y poderosos imponen sus marcas sobre los cuerpos de otros más débiles y vulnerables y donde existen ideologías y prejuicios que lo sustentan. El abuso sexual a menores es un abuso de poder que se ejerce sobre el cuerpo de otro, al igual que la violencia de género, y al igual que ésta suele darse en espacios privados, en el entorno cercano a las víctimas y el victimario es alguien afectivamente próximo a estas, lo que dificulta la denuncia por la dependencia emocional y económica involucradas y porque en ambos casos la violencia o el abuso van acompañados de sentimientos ambiguos donde coexisten el afecto, el amor y el terror. En este contexto perduran las huellas del daño físico, psicológico, sexual o moral.

El uso del cuerpo de otro ser que en la relación es más vulnerable, por género o edad, está dando la cuenta de relaciones de poder desiguales y abusivas y del valor del sexo como mercancía, donde el poder sobre el cuerpo y su representación se transforman en objetos de uso y abuso. No olvidemos que el abuso sexual de menores incluye diferentes variantes: la pedofilia, la prostitución, el tráfico y la pornografía.

2 comentarios:

  1. Yo la mas simpatica:Este es mi favorito definitivamente muy buen relato te felicito.... :-)...

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  2. No solo las iniciativas legales pueden contribuir a prevenir los abusos sexuales contra menores, sino que también son los padres y la sociedad en su conjunto los llamados a precaver las prácticas atentativas contra la integridad de sus hijos...

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